Eran las diez de la noche cuando salió el ómnibus. El recorrido era largo y las ansias de llegar hacían que cada segundo transcurriera lento, pesado; como si los 34 pasajeros no estuviesen dentro de un carro, sino en un reloj de arena escuchando caer cada granito marcando el tiempo. Su destino era el Milagro.
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1 comment:
De casualidad llegué a tu blog...
Tienes un espacio muy interesante.
Quiero enviarte un gran abrazo desde Chile.
Mi sueño es conocer tu cálida isla.
No dejes de visitarme.
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