Eran las diez de la noche cuando salió el ómnibus. El recorrido era largo y las ansias de llegar hacían que cada segundo transcurriera lento, pesado; como si los 34 pasajeros no estuviesen dentro de un carro, sino en un reloj de arena escuchando caer cada granito marcando el tiempo. Su destino era el Milagro.
Monday, August 27, 2007
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